La XVI Muestra Agrocultural del Macizo colombiano, un espacio no solamente de intercambio y venta de productos, también es un lugar para compartir saberes con el campesinado, para conocer de sus dificultades y sus propuestas.

“El campesinado no solamente es quien siembra, cosecha, protege el agua y cuida las semillas, es quien también comparte con nosotros sus saberes, es quien conversa con la lluvia y sabe del arco iris”, así lo expresa Karolaine Erazo, quien además de ser parte de la organización del Festival de la Cosecha, estudia Ciencias políticas en la Universidad del Cauca, pero como dato curioso, dedica tiempo a las semillas, al intercambio de las mismas y las bondades de cada grano, pues considera que allí está la esperanza del alimento, el bienestar, la vida misma.

Y como Karolaine, quien iba compartiendo de tolda en tolda sus experiencias y conocimiento en torno a las semillas, también participaron en este Festival de la Cosecha, mercado orgánico por cultivos sanos para nuestra tierra y nuestro cuerpo en la Plaza de San Francisco de Popayán; hasta allí llegaron campesinas y campesinos venidos de varios rincones del sur del Cauca, pertenecientes a las iniciativas o propuestas del comité de Integración del Macizo colombiano, Cima en su área o proyecto agroambiental.

Se trataba de hacer visible una juntanza campesina en las toldas allí instaladas, de ofertar productos de la cosecha reciente, de intercambiar y mostrar la huerta en la mesa, de expresar en sus manjares y comidas la gastronomía maciceña, pero también de presentar en el centro de la plazuela la ‘danza del café’ que muestra el proceso del fruto bajo los acordes de la ‘marcha del macizo’ y de rendir con respeto el saludo ancestral a la planta sagrada de  la coca por parte de Herney Ruiz, un campesino de Lerma, Bolívar, que llegó a la Plazuela San Francisco cargado de galletas y panecillos a base de harina de coca.

Es decir, un día esplendoroso para asistir a la “XVI Muestra Agrocultural del Macizo colombiano” en un evento dentro de la Festival, en pleno centro de Popayán y con la iglesia de San Francisco como marco y con buena asistencia de visitantes; un espacio para la conversa con quien cultiva y cosecha bienestar, pero también con quienes siembran vida, tal como lo comentaba Karolaine, la estudiante de las semillas.

“Es que lo uno va con lo otro”, así lo dice Humberto Araque, líder campesino del Corregimiento La Carbonera, municipio de Bolívar, al comentar sobre las dificultades del campesinado en su territorio, no solamente al ofertar sus cosechas, en los costos de los insumos y “el clima que no ayuda”, sino también en la protección de su vida y la defensa de sus derechos; de ahí que “cuando uno siembra, está protegiendo la vida, está cuidando del territorio, por eso cada mango, cada papaya o cada producto viene con esa cascarita de nuestras problemáticas y con todo y eso, nos piden rebaja”.

Y en ese acompañamiento al evento de la Muestra Agrocultural del macizo colombiano, se abrieron los micrófonos al campesinado, a visitantes y organizadores, desde el Comité de Integración y su espacio de comunicaciones, se trataba, además de difundir lo que allí ocurría, de dar a conocer la opinión de las personas en torno a una campaña llamada “Que la Paz no nos cueste la Vida” en el contexto del que hacer campesino, de los vínculos de los visitantes al lugar con la figura y labor del campesinado, del significado de Paz, de la protección de los defensores y defensoras de Derechos Humanos; ejercicio que se extendió a lo largo de la jornada y que llenó de muchas voces al medio de comunicación que hizo su emisión en vivo por internet. Fue un momento amplio para reconocer al campesinado en medio del olor a siembra de los productos allí expuestos.

Entre tanto, en las toldas los aromas del café recién tostado y de granos seleccionados, venido desde el Rosal, San Sebastián, matizaba el ambiente de conversas y compradores apresurados, al otro lado, artesanías de jóvenes de Santa Rosa y el Museo campesino, una iniciativa de mujeres que oferta antigüedades, entre las que llamaban la atención viejas despulpadoras de café, azadones bateas de madera; desde Sotará, un grupo perteneciente al proceso “Mujeres maciceñas” ofrecía frutos como la frambuesa y desde Las Mercedes, una iniciativa de mujeres en Popayán, doña Aydé ofrecía los transformados, limones y recomendaciones para preparar las aromáticas.

En esta versión XVI de la Muestra Agrocultural se destacó la presentación de cincos iniciativas
productivas que se desarrollan en municipios del Macizo colombiano, en el marco del proyecto Aremos Paz y Diakonia, iniciativas tales como la del chocolate y mango en Mercaderes, la de quinua (“La maciceña”) en el Rosal y los Milagros, Bolívar; y de café en Chalguayaco, Bolívar, todas ellas con el apoyo desde el área agroambiental del Comité de Integración del Macizo, Cima.

Hacia la una de la tarde y cuando ya el cielo pintaba de gris a manera de telón del evento, hizo su aparición la banda musical de la Institución Educativa Nuestra Señora del Rosario, de El Rosal, San Sebastián, que interpretó con mucha fuerza y entusiasmo un amplio repertorio musical.

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